¡Qué difícil es innovar y encontrar el valor necesario para hacerlo en los tiempos que corren! Las propuestas más arriesgadas, diferentes o distintas, no siempre acaban triunfando en un mercado difícil, como lo es el de la industria del videojuego. Muchas veces, la misma audiencia que suspira por nuevas fórmulas jugables a la vista, es la que, poseedora de una justicia casi divina, castiga aquellos títulos y juegos que se salen de las normas dictadas por las sagas más importantes del momento. Todos estamos de acuerdo en aceptar y clasificar la presente generación (con Xbox 360 y PS3 a la cabeza como principales baluartes) de que estamos en la "era de los FPS" o juegos de acción de primera persona. Se han dado varios factores muy necesarios para esta afirmación, y es que, tras varias generaciones con equipos PC fuera de órbita, por primera vez las consolas de sobremesa se han acercado (muy ligeramente, eso sí) a la potencia de un sistema compatible. Dicho aumento de potencia ha permitido la aparición de una serie de franquicias y videojuegos hasta ahora limitados al PC. Todos conocemos la saga Call of Duty, verdadero titán bélico que ha hecho estragos en las listas de medio mundo, o hemos jugado a cualquiera de las versiones de Battlefield (que promete volver fuerte este otoño).